martes, 30 de noviembre de 2010

Día ocho: los placeres de la vida.

Los adornos navideños de las calles están ya colocados. Afortunadamente aún no han encendido las luces (algo bueno tenía que tener la crisis, ahorraremos energía eléctrica un par de días más).

Tengo que comprar café. Pero hoy entre pitos y flautas he salido tan tarde de la facultad, que cuando he llegado a la plaza, el pequeño establecimiento que buscaba estaba cerrado.

Me muero de ganas por volver a comprar el café que tengo en mente. Antaño, cuando no miraba tanto por mi economía mensual, me daba el capricho de comprarlo casi siempre allí, porque aunque cuesta el doble que el del Mercadona, el sabor no es el mismo ni de lejos. Café, café. Gloria bendita.

Sigue la lluvia y yo sigo aguantando sin problemas. Veremos a ver cuando se me termine la leche...

Un cordial saludo,

La clienta cafetera.

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